El pasado 15 de Agosto, coincidiendo con la festividad de la Asunción y con las fiestas locales, se celebró en El Escorial la LIII Edición de la Travesía de las Cumbres Escurialenses, y allí que me fui yo con unos amigos a participar en mi primer trail de montaña: sin duda, toda una experiencia que repetiré el año que viene.
La Travesía de las Cumbres Escurialenses consiste en un recorrido de aproximadamente 22 kilómetros por las cuatro cumbres que rodean El Escorial: una marcha muy bonita y un poco dura debido al gran desnivel y al sube-baja constante (en este enlace podéis ver la ruta). Os cuento cómo fue mi experiencia en mi primer trail de montaña.
La verdad es que iba un poco asustada: aunque soy deportista, también soy más de ciudad que las baldosas, y la montaña me da bastante respeto. Los días anteriores pedí consejo a los amigos Vitónicos profesionales (¡gracias @AlbBarrantes!) y el jueves, a las 8 de la mañana, nos poníamos en marcha.
Nosotros hicimos la travesía caminando, pero hubo muchos equipos que la realizaron corriendo: tienen toda mi admiración. Mucha gente subía con perros, tanto grandes como pequeñitos (algunos los llevaban en brazos), y vimos al menos a dos parejas que subían con su bebé a la espalda: ¡genial!
La travesía parte de la plaza de Jacinto Benavente, en El Escorial, desde donde salen por orden todos los equipos. Está dividida en cinco etapas con un tiempo máximo para completar cada una de ellas, así que hay que ir bastante ligerito. Cada equipo lleva una ficha en la que los encargados de la organización van apuntando los tiempos en cada uno de los controles.
Las dos primeras etapas: Machota Baja y Machota Alta
La primera etapa parte desde El Escorial hasta la Machota Baja o Tercer Ermitaño, con un tiempo máximo de una hora y media para completarla. Conviene ir un poco deprisa al principio, cuando todavía se camina por asfalto, para ganar tiempo cuando se comienza el ascenso por el monte.
He de decir que a mí me pilló bastante por sorpresa: yo pensaba que íbamos a caminar por pista la mayor parte del tiempo, cuando de repente me veo subiendo por un empinado y estrechísimo sendero en plena montaña, e incluso “escalando” algunas rocas.
Es una etapa divertida por estos momentos de “escalada”. Además, hay pasos muy estrechos entre rocas (tienes suerte si cabes de perfil), con gente subiendo y bajando. Bonito y entretenido, porque vas por la sombra, y hay un poco de todo.
La segunda etapa llega hasta la Machota Alta o Pico del Fraile: hay que bajar por el mismo camino que acabas de recorrer, y luego continuar ascendiendo por una ladera un poco más empinada que la anterior. Lo peor: que el sol te da de lleno, pero aún era temprano y no sufrimos mucho. Lo mejor: las vistas al llegar a la cima, una gozada.
El Pico de San Benito: la etapa más exigente
Tercera etapa, y para mí la más exigente y una de las más complicadas: el Pico de San Benito, a completar en una hora y media de tiempo. Ya iba advertida de que es la peor subida, pero no me imaginaba que iba a ser tan duro. Primero hay que bajar hasta el Puerto de la Cruz Verde, y en las bajadas en montaña las rodillas se resienten mucho, no creía que tanto. Cuádriceps cargaditos y gemelos cansados: ideal para empezar la subida al San Benito…
A pleno sol, haciendo zig-zag y parándome de vez en cuando porque no podía con mi alma… En un momento dado me prestaron unos bastones para subir porque creía que me quedaba a la mitad, ¡pero lo conseguí! Y el premio por subir a San Benito es… ¡unos riquísimos tomates que te ofrecen, saladitos y con aceite, en el puesto de control! Ya sabéis: “no te vayas de San Benito sin probar un tomatito”.
Últimas etapas: subida al Monte Abantos
Cuarta etapa: otra vez bajada (las rodillas ya ni las sentía) y subida hasta el Risco Alto en una hora y media. En este tramo fui un poco mejor porque transcurre un rato por pista, pero a cambio hay una subida bastante empinada por sendero hacia el final. Hacemos una parada a mitad de la subida para probar la riquísima sandía que nos ofrecieron y beber agua, ¡y a seguir subiendo!.
Una de las peores cosas, a mi parecer, es que en algunas etapas no ves el final: cuando crees que ya has llegado de repente aparece otra pendiente delante de ti, y eso desmotiva un poco. Gracias a mis amigos y a muchos compañeros de camino, que tiraron bastante de mí cuando ya pensaba que no me quedaban fuerzas, llegué a tiempo al control.
Quinta y última etapa: hasta la Fuente del Cervunal, en el monte Abantos, con una hora para recorrerla. En la bajada por montaña las rodillas pasaron de “molestar” a “doler”, pero había que terminar (y a tiempo) fuera como fuese. Mucho tramo en pista y por caminos bastante amplios, por los que conviene ir rapidito y no descuidarse.
Cuando nos quedaban unos diez minutos para llegar a meta, ¡sorpresa! Nos cayó una granizada enorme encima. La escena era para grabarla, porque nadie se lo esperaba: calados hasta los huesos, y corriendo para entrar a tiempo, llegamos hasta la meta, completando así la travesía.
Media hora de chaparrón después pudimos recoger nuestro premio: ensaladilla, pollo y una cañitas para reponer fuerzas después de todo lo que habíamos caminado. Muchos voluntarios (empapados también, claro) y un montón de gente debajo de una pequeña carpa, intentando mojarnos lo menos posible.
Vuelta a casa
Y cuando crees que ya has terminado… ¡hay que bajar hasta El Escorial! Dos horas y media largas de bajada, ya que las hicimos por la carretera, que da muchas vueltas: las rodillas ya no me permitían bajar por el sendero de la montaña, mucho menos después de toda la caminata que llevaban encima.
La organización, simplemente genial: durante todo el camino hay puestos donde te ofrecen agua y fruta fresca, que viene muy bien para reponerse. Mención especial al tomate del San Benito, claro. Todos fueron muy amables, y nos dieron ánimos cuando más falta hacían.
En resumen: una experiencia genial, divertida y muy recomendable. Para ser mi primer trail de montaña estoy muy contenta con el resultado, ya que lo hice dentro de tiempo, y la verdad es que lo pasé genial. Mil gracias a los amigos que me acompañaron y que hicieron de esta travesía un día para recordar.
¡Espero veros allí a todos los Vitónicos el año que viene! ¡Merece la pena!
Imágenes | Esetena en Wikimedia Commons y Alpiniste en Flickr
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