viernes, 16 de marzo de 2018

Llevo cuatro años trabajando desde casa y así ha impactado en mi salud

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Mientras que la media europea de empresas que apuestan por el teletrabajo es del 35%, en España de momento (y según datos del INE) solo un 27% de las empresas ofrece a sus empleados la posibilidad de trabajar desde casa. Por eso me siento afortunada de que este sea mi caso.

Hace ya cuatro años que trabajo desde mi propia casa, y esto ha tenido consecuencias para mi salud: muchas de ellas son consecuencias beneficiosas, pero también ha habido otras que han requerido de algún tiempo de adaptación hasta que he conseguido convertirlas en algo positivo para mí.

Comer cada día en tu casa-oficina: un arma de doble filo

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Una de las mayores ventajas que le encuentro al teletrabajo es que puedes comer en tu propia casa todos los días: cocinar tu propia comida, controlar tú los ingredientes, el proceso de cocinado es algo que, si estás intentando llevar una dieta saludable es muy positivo para ti.

Trabajar en casa me ha hecho cocinar mucho más que antes y eso me ayuda a comer de forma más saludable

No tener que recalentar la comida en un tupper cada día, como tenía que hacer cuando trabajaba en una oficina (en otra empresa), es algo que, sinceramente, se agradece. También el hecho de no depender del menú del bar de debajo del trabajo, donde no todas las opciones serían aptas para mí, siendo vegetariana.

Claro, que tener al lado de tu lugar de trabajo la cocina puede ser algo que se vuelva en tu contra. La opción de levantarte a abrir la nevera cada dos por tres está ahí y es algo que tienes que controlar mucho. La tentación de meterle mano a unas galletas a cualquier hora del día simplemente porque lo tienes al lado, es muy tentadora y puede tener como consecuencia no solo que te pases con los kilos, sino también todos los riesgos que conlleva el sobrepeso.

Adiós tiempo perdido en el metro; hola sedentarismo

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Hacer una hora de deporte al día, si las 23 horas restantes las pasas sentado en una silla, no te convierte en una persona activa. La mayor parte de nuestro tiempo la pasamos sentados: dormimos unas ocho horas (obviamente tumbados, aquí hay poco que rascar), desayunamos sentados en la mesa, vamos al metro o en nuestro coche sentados, nos sentamos para trabajar en la oficina, nos sentamos al comer, nos sentamos para volver a casa, hacemos una hora de ejercicio (los días que toca) y de vuelta a casa a sentarnos en el sofá para cenar y ver una peli.

Cuando trabajas en una oficina, al menos tienes que moverte un poco para llegar hasta allí y por el camino puedes tomar buenas decisiones al respecto: subir por las escaleras normales en vez de las mecánicas, ir andando al trabajo o aparcar un poco lejos para caminar, etc. Si trabajas en casa, se eliminan esas opciones: vas de la cama a la silla del escritorio, y de la silla a la cama prácticamente. Desde mi punto de vista este es el mayor peligro de trabajar desde tu propia casa.

El sedentarismo y la tentación de no salir de casa para nada es, desde mi punto de vista, el mayor peligro del teletrabajo para la salud

Quizás me hice más consciente de esto cuando comencé a utilizar una pulsera cuantificadora para el día a día: creedme si os digo que había días en los que no entrenaba y no llegaba a los 2.000 pasos diarios. Un desastre.

Pero al poco tiempo llegó Kira, mi perrita, y con ella salgo a pasear tres veces al día, algo que ya me obliga a moverme. Tampoco cojo nunca el ascensor (en parte también porque me dan un poco de congoja los espacios cerrados): solamente con sacar a Kira ya tengo que subir y bajar los dos pisos de mi casa tres veces al día. Si sumamos otras salidas para ir al gimnasio o salir a la compra, hace que me mueva un poco más.

También contar con la pulsera de actividad o smartwatch ha sido una ayuda: la posibilidad de tener una alarma que me indica cada hora que me tengo que mover un poco me ayuda a levantarme de la silla, hacer unos estiramientos o alguna tarea rápida que me permita moverme cinco minutos y volver a sentarme a trabajar.

Y ¿cómo andamos de salud mental?

teletrabajo-salud "Son las tres de la mañana, no he hablado con nadie hoy y tengo que terminar este artículo" MAL. MUY MAL.

Una de las cosas que se te hacen más cuesta arriba o al menos más raras cuando trabajas desde casa es la poca interacción que tienes cara a cara con las personas. En el equipo pasamos mucho tiempo hablando, pero suele ser a través de una aplicación de chat en la que discutimos los distintos temas y otras tareas del día a día.

Esa poca interacción cara a cara puede convertirte en una persona más tímida o introvertida, incluso solitaria, y puede incidir en tus relaciones sociales. Por suerte no ha sido mi caso, pero sí es el caso de otras personas.

Establecer horarios de trabajo y tiempos de descanso está siendo lo más difícil: seguimos trabajando en ello

Saber marcar unos horarios de trabajo es vital si trabajas desde casa, y sobre todo si eres autónomo: cuando solo necesitas una conexión a internet para trabajar es muy tentador pasarte de la hora "porque tienes que terminar esto" o "porque necesitas entregar lo otro". Esto, como en cualquier otro trabajo, puede generar episodios de estrés que evidentemente pueden afectar a tu vida diaria y a tu salud.

No saber cuándo tienes que parar de trabajar y desconectar de la pantalla puede hacer que no descanses bien o no descanses lo suficiente, algo que a largo plazo puede hacer mella en tu salud.

Para mí es complicado tener unos horarios estrictos y seguirlos a rajatabla, sobre todo en este momento en el que todos estamos conectados las 24 horas del día gracias a internet. Podríamos decir que, aunque he mejorado bastante, es una de mis asignaturas pendientes para este año.

Consejos para que cuides tu salud si trabajas desde casa

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  • Establece un lugar y un horario de trabajo fijos: siempre que sea posible (si eres autónomo, seguramente sea más complicado). Invierte dinero en tu lugar de trabajo: una silla y una mesa adecuadas, por lo menos, son una inversión en salud a largo plazo. Además, tener un lugar para trabajar (en mi caso una habitación de invitados reconvertida en mi oficina) hace que cuando salga de allí sepa que no voy a seguir trabajando en el salón con el portátil, sino que voy a descansar.

  • Cambia de lugar y muévete más: una de las cosas buenas del teletrabajo es que, en la mayoría de los casos, solo necesitas una conexión a internet para ponerte a trabajar. Una buena idea, también para interactuar con la gente, es acudir a trabajar a un espacio de coworking: esto ya te hace salir de casa y hablar con personas cara a cara. En definitiva, moverte más y más a menudo.

  • Ten un plan de comidas más o menos estricto: reserva un tiempo de tu día a día para cocinar (quizás ese tiempo que te ahorras por no tener que desplazarte al trabajo) y cocina lo que comes. Evita las visitas intempestivas a la cocina en medio de la jornada de trabajo para picar de aquí y de allá (y si picas algo, que sea saludable, claro).

  • Si puedes, ve un par de días a la semana a la oficina: interactúa con más personas, habla con ellas sobre temas de trabajo o, si tienes confianza, sobre vuestra vida personal. Tómate un café con ellos en la pausa de media mañana y habla de cosas nada trascendentales, como la última película que has visto. Aprovecha esos días para hacer trabajo en equipo y no aislarte de los demás.

  • Aprovecha la mayor ventaja del trabajo desde casa: la conciliación. Si además de trabajar desde casa tienes horarios flexibles (algo que suele ir de la mano), aprovecha esto para no dejar atrás cosas que te gustaría hacer en tu día a día, como ir al gimnasio o bajar a comprar. Sé que si voy al gimnasio a medio día (algo que difícilmente podría hacer si trabajara en una oficina) va a haber mucha menos gente que a las siete de la tarde y voy a poder entrenar mejor y más a gusto, por ejemplo.

Personalmente, en mi caso el teletrabajo ha supuesto una ventaja muy grande cuando he aprendido a organizarme bien. Si también es tu caso, aprende a aprovecharlo.

Imágenes | Pixabay, Unsplash
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