Algunos deportistas, a lo largo de la historia, han combinado talento natural y esfuerzo constante para conseguir con su cuerpo auténticas proezas. Otros decidieron optar por la vía más fácil y recurrir a sustancias externas al cuerpo para conseguir resultados que de otra forma estarían fuera de su alcance.
Una de las más habituales y conocidas es la EPO, que de hecho no es una sustancia ajena al cuerpo estrictamente hablando.
¿Qué es la EPO?
EPO es la abreviatura de eritropoyetina, una hormona compuesta de azúcares y proteínas tiene un papel importante, entre otras cosas, en la producción de glóbulos rojos, las células sanguíneas que se encargan de transportar el oxígeno de los pulmones a las células de todo el cuerpo y de devolver el dióxido de carbono de esas células de vuelta a los pulmones.
Decimos que no es una sustancia ajena al cuerpo estrictamente hablando porque de hecho el cuerpo la genera de forma natural, principalmente en los riñones y el hígado cuando los niveles de oxígeno disminuyen en nuestro cuerpo (hipoxia) a causa por ejemplo de una hemorragia.
¿Para qué se usa?
La EPO se produce de manera sintética y se utiliza en la práctica clínica en pacientes con algunos tipos concretos de anemia, especialmente en aquellos que deben someterse a procesos de diálisis, afectados de algunos tumores o en programas de predonación de sangre. También se utiliza de forma preventiva en niños prematuros o con muy bajo peso al nacer, para evitar que desarrollen anemia más adelante.
Pero además de esos usos, existe un uso ilegal como sustancia dopante en el deporte. Utilizando EPO aumento el hematocrito en sangre, lo que supone un mayor aporte de oxígeno a los músculos y con ello una mayor resistencia aeróbica y un mejor rendimiento deportivo. Utilizándola se mantiene a menor frecuencia el ritmo cardíaco y el deportista tarda más en cansarse.
¿Qué efectos para la salud tiene doparse con EPO?
Como ocurre con cualquier otra sustancia que introduzcamos en nuestro cuerpo, la administración de EPO debe hacerse siempre bajo estricto control médico, como parte de un tratamiento, para sea segura.
Y aun así, puede tener efectos secundarios. Al aumentar el hematocrito, la sangre se vuelve más densa y viscosa, y sumada al descenso de la hidratación que supone el ejercicio físico intenso, pueden darse problemas como trombos, infartos y otros accidentes cardiovasculares. Además, puede darse una subida de tensión peligrosa.
En algunos casos, puede darse una aplasia de células rojas, en la que el cuerpo desarrolla anticuerpos que atacan la EPO y se produce una fuerte anemia que requiere transfusiones de sangre frecuentes.
El siguiente paso en el dopaje: las autotransfusiones
Realizando las pruebas correspondientes es posible detectar la presencia de EPO en el cuerpo de un deportista, detectando así el dopaje y produciéndose la descalificación automática de la prueba en cuestión.
Pero como los tramposos siempre buscan la forma de saltarse las normas, se ideó un método de dopaje que aportase las mismas ventajas que las inyecciones de EPO pero sin dejar huellas.
Son las autotransfusiones o dopaje sanguíneo: semanas o meses antes de una prueba importante se le extraen a un deportista varias bolsas de sangre que se almacenan y conservan a unos 4 grados.
En el momento del esfuerzo físico, los glóbulos rojos de esa sangre se vuelven a inyectar en el deportista de forma controlada, consiguiendo un hematocrito más alto y con ello una mayor resistencia sin que sea fácil para las autoridades deportivas detectar la trampa.
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La noticia EPO: cómo funciona la manera más habitual de doparse entre los deportistas fue publicada originalmente en Vitónica por Rocío Pérez .
via Vitónica https://www.vitonica.com/prevencion/epo-como-funciona-la-manera-mas-habitual-de-doparse-entre-los-deportistas
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