Sin querer engañar a nadie, sí es posible hacer una tarta de queso o cheesecake en versión "fitness", más saludable que las tradicionales. En este caso, más que una versión ligera nos vamos a centrar en potenciar los ingredientes más nutritivos, para que no sea un simple postre de calorías vacías.
Lo primero es encontrar un buen queso crema de calidad, la base de esta tarta. Ya sabemos que los lácteos enteros tienen perfecta cabida en una dieta equilibrada, y que su grasa no es mala por sí misma. En el mercado hay una gran gama de quesos cremosos para elegir, y así escoger los que solo estén elaborados con leche, nata y fermentos (además de sal y algún posible conservador), sin almidones, féculas o gelatinas.
Si nos preocupa la grasa, podemos optar por versiones desnatadas más ligeras o un queso fresco, bien escurrido del suero, aunque afectará un poco a la consistencia final. Lo mejor es leer bien las etiquetas para comprar ingredientes y la composición nutricional, incluso hay productos sin lactosa.
Salvo que ya estemos acostumbrados a no usar ningún tipo de endulzante en los postres, podemos darle sabor dulce fácilmente con un edulcorante líquido, ya muy comunes en cualquier supermercado. Indican en el envase si son aptos para cocinar o calentar, y también proporcionan unas medidas orientativas en cuanto a su equivalencia con el azúcar.
Kitchen Craft Master Class Molde Redondo Desmontable, Acero, Negro, 18 cm
Yo recomiendo, en cualquier caso, usar una pequeña cantidad para dar más protagonismo a la mezcla de queso y yogur, el sabor de la vainilla -o limón, si nos gusta más-, y la fruta fresca que podemos servir con la tarta; en este caso, moras maduras machacadas en sus propios jugos y cocidas con un poco de zumo de naranja.
Precalentar el horno a 170ºC y preparar un molde redondo de fondo desmontable, de unos 18-20 cm de diámetro. Cubrir el fondo con papel sulfurizado, dejando que sobresalga para "engancharla" al cerrar el molde, y engrasar los bordes con aceite o mantequilla.
Batir con una batidora de varillas el huevo con las claras hasta que espume y tenga volumen, un par de minutos. Añadir el queso y el yogur escurrido del líquido que suelen llevar. Echar también la vainilla o limón, el edulcorante (si se usa) y batir un poco más hasta incorporar.
Agregar las harinas, la levadura y la sal, y batir a velocidad baja hasta que no haya grumos secos y tengamos una masa homogénea, líquida y algo espesa. Echar con cuidado al molde y hornear durante unos 50-55 minutos.
Dependerá del tipo de molde y del horno, así que conviene vigilarlo cuando ya lleve media hora. Girar el molde a mitad para que se dore por arriba uniformemente. Estará listo cuando al pinchar el centro con un palillo salga limpio.
Dejar enfriar por completo sobre una rejilla antes de desmoldar con mucho cuidado. Estará mucho mejor si se deja después enfriar en la nevera durante un par de horas.
Con qué acompañar la cheesecake fitness
Servida fresquita, pero tampoco helada directamente del frigorífico, esta tarta de queso fitness es un buen postre para preparar de vez en cuando y servir con fruta de temporada a nuestro gusto. Le van muy bien las bayas o frutos del bosque, y también una compota de cítricos o mermelada casera sin azúcar.
Aunque sea una versión más saludable que la tradicional, sigue siendo un postre de consumo ocasional y en porciones moderadas, acordes con las necesidades y circunstancias de cada uno.
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La noticia Cheesecake fitness o tarta de queso más ligera: receta saludable para un antojo dulce nutritivo fue publicada originalmente en Vitónica por Liliana Fuchs .
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