En lo que se refiere a dar y recibir placer sexual, las posibilidades son tan amplias como variados somos los seres humanos. De los dedos de los pies al pelo o las orejas, a cada uno pueden gustarnos (o disgustarnos) cosas distintas y en la comunicación está la clave.
Las zonas erógenas son aquellas partes de nuestro cuerpo que al estar dotadas de mayor número de terminaciones nerviosas serán especialmente sensibles a la estimulación y por tanto al placer sexual. Sin embargo, no a todos los estimulan las mismas cosas, e incluso a una misma persona la estimulación de un punto concreto no siempre le resultará en el mismo efecto.
Los genitales
Es la principal y la más obvia. Las zonas genitales son lo que se llama zonas erógenas específicas, tanto en hombres como en mujeres.
En ellos es la piel del pene y especialmente el prepucio y el glande, el escroto, el perineo y la piel alrededor del ano. La próstata también es una zona erógena para muchos hombres, con la particularidad de que su estimulación no es externa, sino interna, a menudo desde el ano.
En ellas es el pubis, la vulva y concretamente el clítoris y los labios vaginales tanto mayores como menores. La vagina como tal y su interior no son normalmente zonas especialmente sensibles excepto la zona exterior, que sí tiene una gran cantidad de terminaciones nerviosas.
En la cabeza
Hay tres zonas especialmente sensibles en la cabeza que cuya estimulación puede conllevar placer sexual para muchas personas.
La primera y más obvia son los labios, poblados de terminaciones nerviosas y altamente involucrados en las relaciones sexuales, lo cual supone que su componente sexual no es solamente físico sino también cultural.
La segunda es el cuello, también con muchas terminaciones nerviosas, y la tercera son las orejas, especialmente en la zona del lóbulo.
El pecho
La zona del pecho y especialmente los pezones también son una zona erógena evidente, tanto en hombres como en mujeres. Aunque los pechos femeninos están más sexualizados que los masculinos, también los pezones de los hombres tienen muchas terminaciones nerviosas y son especialmente sensibles al los estímulos.
Hay que tener en cuenta que al ser tan sensibles, la estimulación puede causar tanto placer como dolor. Esto puede resultar algo positivo para algunas personas, pero no tanto para otras, que pueden preferir que sus parejas sexuales no les toquen en esa zona.
La zona baja del vientre y la espalda
La piel de la zona baja de la espalda, justo sobre las nalgas, también es especialmente sensible y receptiva a estímulos. Al tocarla pueden producirse sensaciones placenteras similares a los escalofríos. Lo mismo ocurre en la zona comprendida entre el ombligo y el pubis.
El interior de los muslos
La piel del interior de los muslos es normalmente mucho más suave que la de la zona frontal o exterior de las piernas, y además es una vía de acceso a la zona genital, por lo que la estimulación en esa zona puede suponer también un aumento de la excitación sexual.
Los pies y los dedos
Muchas personas tienen cosquillas en los pies precisamente porque es una zona extremadamente sensible. Además, la zona del cerebro que procesa las sensaciones procedentes del tacto en los pies y las procedentes de los genitales están muy cerca. Ambos hechos convierten a los pies en zonas altamente erógenas para mucha gente, algo que aumenta en las personas con un especial interés en esta parte de la anatomía.
Imágenes | Unsplash
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La noticia ¿Son tres, cinco o diecisiete? Las zonas erógenas (y dónde encontrarlas en hombres y mujeres) fue publicada originalmente en Vitónica por Rocío Pérez .
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