A raíz de las noticias aparecidas en los medios durante los últimos días, muchas de nosotras nos hemos sentido identificadas. Varias de las mujeres que escriben conmigo en este medio son corredoras habituales y suelen hacerlo en soledad. Lo ocurrido les ha llevado a pensar no solo en si podría pasarles a ellas o si alguna vez han pasado miedo corriendo por el hecho de ir solas y ser mujer.
Por ello, hemos unido sus testimonios con los de otras mujeres corredoras. Algunas de ellas han tenido experiencias negativas en el pasado - e incluso han dejado de salir a correr o de ir solas -. Otras no han sufrido nunca ningún percance durante todo el tiempo que llevan corriendo y les encanta correr solas. Sin embargo, lo que todas tienen en común es que aseguran tomar muchas precauciones, vigilar mucho por dónde salen a correr y tener a varias personas avisadas de dónde están y hace cuánto que salieron.
No haber sentido miedo, pero sí ser precavida
Raquel tiene 34 años:
Salgo siempre a correr sola, con algunas excepciones los fines de semana, y nunca he sentido miedo ni he tenido problemas de acoso de ningún tipo. Eso, por supuesto, no quiere decir que estas experiencias no existan; de hecho conozco a gente que las ha sufrido. Es cierto que intento salir por zonas bien iluminadas si salgo de noche, y donde sé que va a haber gente: vivir al lado de Madrid Río es una ventaja (debe de ser la zona con más concentración de runners por metro cuadrado en Madrid después del Retiro).
Por otro lado, yo misma me pongo algunos límites como “medida de seguridad”: no ir por determinados caminos si no es a plena luz del día, quitarme los cascos en algunas zonas para estar bien atenta a lo que ocurre a mi alrededor, etc. También aviso o bien a mis padres o a mi pareja cuando salgo a correr y cuando regreso a casa, para que sepan que estoy bien. Me gustaría no tener que hacerlo, pero sé que tanto yo como ellos nos quedamos más tranquilos si es así.
Acoso y masturbaciones en público
En el caso de Susana es su pareja quien nos cuenta la experiencia que vivió y cómo ahora solo sale a correr si es con él. En este caso ella tiene 28 años:
Ella solía salir a correr con relativa frecuencia. Un día en su pueblo (al que va en veranos, navidades y pascuas) salió a correr sola en verano, pasó por un parque en el que el equipo de fútbol del pueblo estaba haciendo la pretemporada. Todos ellos eran ya adultos, no había ningún niño o adolescente. Escuchó comentarios del tipo:
“Madre mía rubia si me pusieran a correr detrás de ti no me quejaría" o “vente con nosotros que te vamos a contar un secreto, guapa" proveniente de la misma gente a la que luego, si sale a tomar algo con sus amigas, se va a encontrar en los pubs del pueblo o de vuelta a casa de madrugada.
Susana dejó de salir a correr sola y ya solo corre si es con su con su pareja
En otra ocasión, ya donde ella vive de normal, estaba corriendo en un parque grande haciendo un circuito. Vio a un hombre entre un seto, volvió a pasar y volvió a verlo y a la tercera vuelta lo vio masturbándose siguiéndola con la mirada. La consecuencia fue que dejó de salir a correr sola, si corre es conmigo, no quiere ir sola ni de día. En estas estamos.
No salir de noche y evitar algunas zonas
Patricia, fundadora de community madre, tiene 37 años:
Yo lo que suelo hacer es avisar a mi madre o a mi pareja de que voy a salir y procurar no salir de noche ni ir por sitios muy despoblados, sobre todo si sé que se me va a hacer tarde. Ya te digo que correr no corro pero camino tandas de unos 8 km a paso ligero. Cerca de donde vivo hay parques bastante extensos, que llegan hasta Leganés (vivo en Alcorcón) pero no me atrevo a pasear por ahí si no voy con alguna amiga porque me da mucha inseguridad.
Dejar de correr durante ocho años por culpa de recibir tocamientos de un extraño
Alesya, ahora tiene 25 años y correr es una de sus actividades favoritas, pero a los 16 vivió una mala experiencia:
Cuando tenía 16 años salí a correr sola, algo que yo solía hacer desde adolescente, sobre patines sobre todo al paseo marítimo, pero en aquellas vivía en una zona de urbanizaciones y no había paseo, así que salí a correr. Era verano, y estaba pasando las calles de los adosados y las urbanizaciones, y de repente me di cuenta que un chico me estaba siguiendo por una calle paralela, en bicicleta, le veía cada vez que pasaba un cruce. Me empecé a asustar muchísimo, e intenté con la calma dar la vuelta para correr hacia casa.
Cuando pensé que lo había perdido, de repente se me apareció en un cruce y se paró delante con la bicicleta, él tendría unos 18 años creo, era más mayor que yo. El chico me dijo que si me podía acompañar mientras corría. Yo en ese momento intenté quitarme "paranoias" de mi cabeza de que "ese chico me iba a hacer algo", me empecé a sentir como una loca si decía que no (lo sé, es rarísimo, no sé), por lo que le dije que sí, por no sentirme como una "histérica" y no "prejuzgar". La cuestión es que seguí corriendo y él me acompañaba. Obviamente me desvié del camino a mi casa y di un rodeo.
El chico me hablaba mientras yo corría, y me preguntaba cosas muy normales, que si soy de ahí, que cómo llamo, si soy del barrio, etc. Todo me parecía normal, incluso llegué a sentirme como una verdadera loca por imaginarme que me hiciera algo. La cosa es que de repente me empezó a decir cosas del estilo "la verdad es que eres muy guapa", "lo primero que me fijo cuando veo a una chica son sus tetas y su culo", etc. Yo empecé a sentirme muy incómoda y le dije que me iba a casa, que no me parecía de buena educación lo que me estaba diciendo. Él entre risas me decía "uy vaya, perdona, solo es un piropo".
"Se me acercó a dar dos besos y me tocó el trasero"
En una calle fingí que había llegado a mi urbanización y le intenté despedir, él antes me dice: "bueno, ya que nos hemos conocido, ¿dos besos o algo no?". En ese momento me puse tan nerviosa, que me quedé en el sitio, y él se me acercó a dar dos besos y me tocó el trasero. Me aparté bruscamente, y simplemente dije: "eso no ha estado nada bien". Y me fui a mi casa. No volví a correr sola nunca más hasta los 24 años.
Cuando empecé a hacer ejercicio de nuevo, para correr, ya con 24 años, el primer día que lo hice estaba sudando de puro nerviosismo, me sentía totalmente desprotegida y vulnerable. A medida que seguía corriendo y pasaban los minutos, me iba convenciendo que no pasa nada, que todo estaba bien. Llegué a donde tenía que llegar, hice ejercicio en el parque, con gente alrededor, nerviosa constantemente. A la vuelta a casa, corriendo también, la verdad es que sentí que por primera vez me había quitado un peso de encima porque había salido y no me había pasado nada. Desde entonces salgo a correr sola de forma regular, y es una de mis actividades favoritas. Lo que no quita que durante 8 años me perduró el miedo.
La necesidad de hacer caso a nuestros padres
Marta, 35 años:
Estoy tremendamente triste por lo que le ha pasado a Laura, me podría haber pasado a mí o a cualquiera de mi entorno. Corro habitualmente, dos o tres días en semana antes de ir a trabajar, sobre las 7 de la mañana y ahora mismo no dejo de oír en mi cabeza la frase de mi padre “no corras sola”, “que alguien sepa por dónde vas”. Necesitamos urgentemente un cambio de mentalidad en este sociedad y, sobre todo, seguridad y medidas bastante más duras pasa que no se vuelva a repetir esta situación. Esa es mi precaución, hacer caso a mi padre y correr por zonas que tengan luz y haya algún otro corredor o corredora.
Sin incidentes graves, pero sin que falten los sustos y los piropos no solicitados
Liliana corre desde hace cinco años. Actualmente tiene 32:
Llevo corriendo regularmente ya unos cinco años, y siempre sola, salvo en carreras populares. Corro en Murcia ciudad y en el campo, en Madrid y en en otros países cuando salgo de vacaciones. Nunca he tenido incidentes graves, por suerte, pero de forma inconsciente me he dado cuenta de que busco siempre zonas "seguras", espacios conocidos y familiares, o que tengan tránsito de personas frecuente, y bien iluminados.
Sí suelo tener que aguantar comentarios rancios machistas "graciosetes" o supuestos piropos del paleolítico, pero en fin... Admito que me da un poco de reparo salir temprano cuando todavía no ha salido el sol, y nunca salgo tarde de noche. Recuerdo que el verano pasado me asusté yo sola cuando, aún en semioscuridad mañanera de un camino solitario, noté como unas sombras a un lado y escuché ruidos detrás de mí, como si tuviera a alguien justo detrás. Aceleré y cambié de calle y ya no sé si había alguien o no, pero no puedo evitar pensar que a un hombre nunca se le pasaría por la cabeza nada malo en esa situación.
Sentirse afortunada por no haber tenido nunca un susto
María de 40 años nos cuenta su experiencia tras cinco años corriendo:
Llevo 5 años corriendo y únicamente recuerdo haber salido a correr 2 veces sola y de noche: en julio, a las 6 am por Alcalá, Goya yapenas pisar el Paseo de Coches del Retiro porque tiene luces y salir pitando. Ni loca meterme dentro. Y después haber pensado muchas veces en ello. Nunca salgo sola a correr si no es por lugares muy transitados y a ser posible de día. Nunca. Y en lugares desconocidos, ni siquiera de día.
Cuando estoy en otras ciudades de vacaciones prefiero no salir. Incluso en los parques me limito a los caminos concurridos e iluminados lejos de arbustos y arboledas. Y siempre con el móvil encima. Nunca me he llevado un susto corriendo y es triste tener que sentirse afortunada por ello. Siempre aviso cuando salgo a correr. Donde voy, qué entrenamiento tengo para calcular el tiempo que voy a tardar, si no voy sola incluso digo con quién voy y aviso al volver a casa. Y ahora estamos hablando solo de correr, pero esto es así en el resto de nuestra vida: bajar al garaje, ir al metro, cruzar un parque, etc. Y sí, me siento limitada, pero prefiero seguir viva y segura.
No se trata de nuestra ropa, de nuestra edad o de nuestro aspecto
Anna, 33 años:
Siempre he preferido correr sola sobre todo por cuestiones personales, porque en compañía siento que la otra persona se está frenando o se ha de adaptar a mi ritmo (aunque me aseguren que no, o que no pasa nada) y ese pequeño estrés hace que al final yo no corra a gusto. El caso es que llevo así ya muchos años y por mi zona nunca he tenido ninguna mala experiencia con humanos (algún perro salvaje o no atado sí me ha hecho cambiar de rumbo, pero tampoco pasó nada), aunque cierto es que procuro no salir a horas en las que ya no hay mucha gente y siempre lo hago por áreas que frecuentan otras personas.
Las únicas dos veces que me ha increpado algún tipejo no iba corriendo, pero sí estaba sola, aunque por suerte no me hicieron nada y ante mi reacción y amenaza de llamar a autoridades (y hacerles pasar vergüenza) se marcharon por donde vinieron. He de decir que por mi físico (no encajo en el canon actual) yo salía más o menos tranquila al no considerarme presa, pero tras esas ocasiones ya sé que no es la ropa, ni el aspecto ni las medidas: es la falta de educación y de vergüenza de quien se ve con derecho de molestarte por ir sola, algo falla en esas cabezas.
Una prudencia necesaria
Marta, de 42 años nos habla de Sincronizadas:
Cuando hace unas semanas edp España lanzaba una encuesta sobre si las mujeres corríamos con miedo y si habíamos tenido algún episodio conflictivo me llamó la atención. Con lo lanzada que soy para todo, en algunos contextos soy muy miedosa. Mi padre lo era (y eso se aprende) y además sufrí un atraco violento a los 19 años. Yo creo que por eso el miedo me acompaña muchas veces, de noche o cuando voy sola, pero decidí que no iba a condicionarme y nunca le he dejado limitarme.
Al empezar a correr, pues apareció también. Cuando voy sola, siempre lo hago con uno de los auriculares quitados para escuchar si me siguen, me sobresalto con frecuencia, cuando veo hombres en según qué sitios pienso “¿Me quedan energías si tuviera que correr para que no me cogieran?” Incluso a veces he modificado la ruta. Me gusta especialmente correr por el campo, por un pinar precioso que me regala sensaciones estupendas o por la orilla del rió cuando lo hago en Zamora. Pero confieso que a veces pienso: “¡Madre mía, si me pillaran por aquí es que ni me encuentran!”.
Pensaba que todo esto tenía más que ver conmigo, y en el ámbito del running, como en el del resto de mi vida, no había dejado que el miedo me condicionara. Pienso ahora, con un escalofrío y mucha pena, que quizá en este caso es un miedo racional y que nos invita a una prudencia necesaria. Antes de todo lo de Laura conocía de la mano de Cristina Mitre (una de las mayores embajadores del running femenino) el porqué de esa encuesta. Se lanzaba una plataforma (www.sincronizadas.es) para organizar quedadas y que las mujeres puedan no correr solas, y el miedo no sea un freno para ellas. Entonces me pareció una idea increíble. Hoy lo veo casi una necesidad. Aunque ojalá caminemos en la dirección de poder correr libremente, sin que hacerlo en según qué sitios y según qué horas sea una temeridad.
Miradas incómodas, pero sin percances
Lucy de 31 años comparte su experiencia:
Yo suelo ir a correr sola dos o tres veces por semana. Siempre lo hago en las mañanas después de dejar a mi hija de cuatro años en la escuela y voy a una pista de tartán dentro de un complejo deportivo que es abierto al público y está a unos 5 minutos de casa en coche. Tengo un parque frente a mi casa pero prefiero la pista porque tengo las rodillas muy desgastadas y así no me lastimo.
Hasta ahora no he tenido ningún problema y siempre voy alerta, en un par de ocasiones he notado miradas raras de algunos hombres que también van solos y que me hacen sentir incómoda. Por precaución suelo tomarlo como una señal de que es tiempo de apurarme y marcharme a casa. Aunque nunca me ha pasado nada, sé que ha habido algunos robos cuando oscurece, pues la pista no es cerrada como las de atletismo, sino que recorre todo el complejo, tiene muchas curvas y está rodeada de árboles, por lo que hay algunas zonas muy solitarias y oscuras, así que evito ir sola de noche.
Cuando disfrutas de correr sola pero estás siempre alerta
Susana, 44 años:
Empecé a correr hará dos años y pico. Lo hice al principio con una amiga, pero mis horarios en el trabajo no son fijos y sólo me permiten salir a correr, generalmente, muy temprano por la mañana (a eso de las 6:30-7:00). La verdad es que me encanta, es una actividad que me activa y entona, pero claro, a esas horas es difícil encontrar alguien que te acompañe en la ruta, así que me acostumbré a ir sola. Me gusta correr sola. Lo tomo como una especie de meditación, pero reconozco que siempre he echado de menos en alguna salida ir con alguien. Compartir. Te cruzas con corredores a esas horas, gente que aprovecha como yo, antes de entrar en la rutina. El 90% de los corredores que te cruzas a esas horas (recordemos que en determinadas épocas es de noche) son hombres.
En alguna ocasión he tenido algún susto cuando de repente, de entre los arbustos sale alguien (casi siempre es alguien paseando a un perro, aunque dependiendo del día también te cruzas borrachos que te sueltan cualquier barbaridad). Otras veces he cambiado la ruta porque venía alguien de frente que no me daba buena espina. La mayoría de las veces, aunque llevo auriculares, no llevo música para oír si alguien se acerca por detrás y procuro llevar algo en la mano por si me tengo que defender.
No llevo música para oír si alguien se acerca por detrás y procuro llevar algo en la mano por si me tengo que defender
Acabo de darme de alta en Sincronizadas y, aunque me da pena que tengamos que recurrir a esto (me gustaría salir sola sin sentir miedo), reconozco que me he sentido mucho más cómoda yendo acompañada. Además, siempre le comento a alguien muy cercano la ruta que voy a hacer y si es nueva, mando ubicación. Ojalá las autoridades no se acomoden sólo porque nosotras nos buscamos la vida para poder vivirla a gusto.
No limitarse por el miedo y disfrutar
*Esther Miguel ha corrido en numerosas ciudades a sus 29 años*:
He salido sobre todo por ciudad, en Madrid, Berlín y Santander, tanto por parques como por calle, a multitud de horas. También he salido por mi pueblo y cuando estuve de alquiler en una casa de monte en Santander por montaña. He de decir que nunca he tenido ninguna mala experiencia. De hecho, con lo que sí he tenido algún problema es con los coches, que a veces no respetan tu derecho como peatón y hacen amago de atropellarte
También es cierto que cuando salgo de noche, especialmente por un parque de Santander, a veces te entra miedo, donde hay más chicos etc. Aunque escucho música por los cascos, apago la música para ver que todo está ok y no les he llamado la atención. Después de todos estos años mi filosofía es la de no limitar mi libertad por el miedo. La experiencia hasta ahora me ha confirmado que no tendría que tener miedo (aunque por ejemplo a mis padres les parecía mal que saliese, por si acaso me pasaba algo).
Si un día me sucede, me sucederá, lo mismo que que me caiga una maceta andando por la calle. En cualquier caso, mantengo que mi posición no es la misma que la de un corredor, es peor. Ellos pueden tener miedo de que les atraquen y les peguen. En mi caso, por ser mujer, además de que me pueda pasar lo de los dos casos anteriores se añade el que todos sabemos.
Crearse una rutina clara para disfrutar y quitarse el posible miedo
Marta, 47 años:
Corriendo nunca he tenido una mala experiencia ni he pasado miedo, seguramente porque me he creado unas circunstancias que me han quitado ese miedo. Gracias a mi horario en el trabajo puedo salir a correr por la mañana, por lo que lo hago siempre con luz. Siempre voy a zonas transitadas, parques, paseos, etc. Cuando he ido a correr por senderos o zonas donde no hay casi gente, lo he hecho acompañada. Antes de salir a correr, mi pareja sabe por dónde voy a ir y más o menos el tiempo que voy a tardar. Si se me hace más tarde le envío un mensaje y siempre, siempre salgo con el teléfono móvil.
Tocamientos por parte de adolescentes
Esta mujer de 32 años prefiere mantener su anonimato:
Siempre corro acompañada, pero una vez esperando a mi novio en Madrid Río, un grupo de adolescentes se acercaron y me tocaron el culo, me acosaron entre varios hasta que se dieron cuenta que era una mujer y no una cría, porque como aparento poco se pensaban que me podían vacilar, pero si hubiera sido mas pequeña a saber qué hubiera podido pasar.
Que lleguen incluso a escupirte
Elena tiene 33 años y lleva siete corriendo:
Prefiero no salir de noche porque me da miedo. En los 7 años que llevo corriendo he tenido un par de incidentes, con hombres los dos. El primero al cruzar un paso de cebra un señor no hizo por evitarme y medio me chocó y empujó tirandome al suelo. Y el segundo corriendo en Ciudad Universitaria, otro hombre se me cruzó y me escupió. Siempre intento ir por zonas donde haya gente y que no sea de noche.
A veces no basta con educar en no sentir miedo
Sarah, de 29 años, nos cuenta cómo vive ella el correr sola:
Me educaron para no tener miedo a salir sola por la calle, fuese a dónde fuese. Digo esto porque no fue suficiente. Es como si hubiera calado entre nosotras la idea de que a las mujeres nos puede pasar algo solo por el hecho de ser mujeres. Es un temor presente porque aún hay quien pone cara de sorpresa cuando se sabe de una mujer que hace vida en soledad y fuera de su casa.
En mi caso, ese miedo lo vi claro cuando no me sentía segura al caminar por la calle de noche, y llamaba a alguien para que me acompañara al otro lado de la línea. De salir a correr por la noche ni hablo. Si no es por una zona que conozca muy bien, transitada e iluminada, simplemente no salgo a correr. A muchas nos pasa: es como si no pudiéramos ponernos música y despejar la mente a golpe de zapatilla porque el peligro está latente.
Si esa persona es un peligro, ya sabe dónde vives
Una vez salí con mi hermana a caminar por la noche. No era muy tarde. Íbamos hablando y antes de llegar a casa nos dimos cuenta de que un coche iba detrás de nosotras siguiéndonos a marcha muy lenta. Aceleramos el paso y el tipo del coche no hizo otra cosa que parar delante de nuestra casa a observarnos hasta que nos metimos. Estuvo un rato ahí y lo que piensas en ese momento es: si esa persona es un peligro, ya sabe dónde vives.
Cambiar de ruta por si acaso
Anónima de 36 años:
En Salamanca, donde iba a correr sola, lo que sí recuerdo es alguna mirada e intentaba ir a donde hubiese gente para no estar muy expuesta y nunca correr por el mismo sitio todos los días. Y por supuesto sales de casa a caminar o correr con las peores pintas del mundo, pareciendo menos atractiva, como si eso te fuese a librar de un problema.
El deseo de no tener que ser precavida
Laura, de 37 años, se acuerda de su tocaya:
Nunca me han gustado demasiado los gimnasios. Con el paso de los años me he dado cuenta de que la sensación de hacer ejercicio al aire libre es insuperable. Me gusta salir a correr por las mañanas antes de desayunar, creo que es una de las mejores maneras que existen de empezar el día. A veces, no tengo más remedio que salir por la tarde. Mi hora de entrenamiento no la marca los ritmos circadianos, el número de comidas o el tiempo que haga ese día. Entreno según la hora del día que sea, porque si se me hace demasiado tarde para salir, no salgo.
Nunca he sido acosada o agredida por un desconocido, pero el miedo a poder serlo y mi consciencia de ello, son cada vez mayores. Me gustaría no tener que ser tan precavida o lo suficientemente valiente para defenderme llegado el caso. Me gustaría ser libre de salir a la calle sea la hora que sea y poder transformar todo este miedo en ganas para cambiar las cosas. Hemos normalizado un comportamiento que no es normal, para olvidarnos de que el verdadero problema no es la hora a la que salgamos a la calle o la ropa que llevemos puesta, sino que por muchas precauciones que tomemos no nos sentimos seguras.
Será difícil salir a correr a partir de ahora sin tanto miedo y sin acordarme de Laura.
Imágenes | Unsplash, Pixabay
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La noticia Mujeres que salen a correr solas: 18 runners nos cuentan sus experiencias fue publicada originalmente en Vitónica por Iria Reguera .
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