Chupar la cabeza de las gambas es todo un placer para la mayoría de los mortales. Sin embargo, en los últimos días hemos visto un gran número de titulares alertando sobre lo peligroso de esta antiquísima práctica, desaconsejando totalmente su consumo debido a la elevada ingesta de cadmio presente en la cabeza de gambas y langostinos.
Pero, ¿hasta qué punto es cierta dicha alerta alimentaria? En el artículo de hoy analizaremos si es cierto que chupar las cabezas de gambas y langostinos es perjudicial para la salud, y si debemos eliminar esta práctica de nuestro repertorio navideño.
No, no existe ninguna alerta alimentaria
A pesar de las numerosas noticias y titulares sobre el peligro que supone para la salud chupar las cabezas de gambas y langostinos, lo cierto es que esta advertencia no es nueva.
Es más, las recomendaciones acerca del consumo de crustáceos para reducir el consumo de cadmio fueron establecidas por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) en el año 2011, lo que vendría a ser hace casi una década.
Tal y como sucede con la difusión de muchas informaciones, este nuevo boom se ha debido, probablemente, a la proximidad de las celebraciones navideñas y el elevado consumo de gambas y langostinos que en las mismas se producen.
De hecho, según el Informe de Consumo Alimentario en España del año 2018 emitido por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, la cifra de gambas y langostinos consumidos por los españoles se dispara hasta alcanzar los 21,5 millones de kilos, tal y como sucedió durante todo el mes de diciembre del año pasado.
Sí, las cabezas de gambas tienen cadmio
Los titulares que afirman que las cabezas de las gambas y langostinos contienen elevadas concentraciones de cadmio son totalmente correctos, es decir, no se trata de información alarmista.
Tal y como expone la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, (AESAN), el cadmio no tiene ninguna función biológica en humanos ni en animales. Además, aunque su absorción en el aparato digestivo es baja tiende a acumularse en el organismo, principalmente en el hígado y riñón donde puede llegar a ser tóxico provocando diversas enfermedades entre las que se incluye la disfunción renal, desmineralización de huesos, e incluso cáncer si se produce una exposición prolongada en el tiempo.
Calma, debemos analizar las dosis
Como sucede siempre, es habitual que sintamos preocupación ante este tipo de informaciones. Sin embargo, debemos analizar cuáles son las cantidades reales de cadmio que consumimos, para así ver si realmente estamos sobrepasando el umbral tolerable de consumo de este metal a través de la dieta.
Si hablamos de proporción, en el caso de las gambas y langostinos, consumir la cabeza podría incrementar la ingesta de cadmio 4 veces respecto a la ingesta que se obtendría al consumir solo el abdomen.
Por otro lado, no solo encontramos cadmio en la cabeza de las gambas y langostinos. El cadmio también se halla en el cuerpo de otros crustáceos como por ejemplo los cangrejos— donde incluso la concentración de cadmio es mayor—. Pero eso no es todo, ya que encontramos cadmio en otros alimentos de consumo más frecuente como cereales, cacao, hortalizas, frutos secos, legumbres, patatas, además de carne y productos cárnicos.
Debemos escuchar las recomendaciones oficiales
Para controlar los niveles de cadmio, existen varias leyes dentro de la Unión Europea que se encargan de controlar las cantidades máximas de cadmio permitidas en cada alimento, como por ejemplo el Reglamento 1881/2006 y la Recomendación de la Comisión Europea en el año 2014 para reducir la presencia del cadmio en la dieta.
Esto deja patente que los niveles de cadmio están perfectamente controlados por las autoridades competentes en seguridad alimentaria, por lo que no debemos temer el consumo de otros productos habituales en relación de la presencia de cadmio.
La recomendación oficial de AESAN es limitar el consumo de la carne oscura de crustáceos —como la localizada en la cabeza— con el objetivo de reducir la exposición de cadmio. Esto no quiere decir que debamos alarmarnos ni tampoco renunciar a esta manjar tan característico de la Navidad. Tan solo debemos ser conscientes de que no es una práctica saludable, y por lo tanto, que cuanto menos consumamos será mejor para nuestra salud.
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La noticia Por qué no debes chupar las cabezas de las gambas, pero tampoco alarmarte: la recomendación de la AESAN no es nueva (y sirve para todo el año) fue publicada originalmente en Vitónica por Mario Sánchez .
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