Las frutas consumidas como tal, frescas y enteras son alimentos muy recomendables en la dieta habitual, sin embargo, hay personas a las que comer fruta les sienta fatal y en ellos puede haber sin saberlo una intolerancia a la fructosa. Te contamos todo sobre esta condición poco conocida.
Qué es la intolerancia a la fructosa
La fructosa que tanto encontramos a nivel industrial hoy en día, es un azúcar presente naturalmente en todas las frutas y también en algunas hortalizas u otros alimentos de origen vegetal. Incluso, en el azúcar de mesa o sacarosa también se encuentra presente.
La intolerancia a la fructosa es la imposibilidad de metabolizar la fructosa y de transformarla en glucosa que es el combustible energético por excelencia de nuestro cuerpo. Esta incapacidad se debe a la ausencia de una enzima o bien al déficit o inactividad de su transportador.
De esta manera, la fructosa llega como tal al intestino siendo producto de una fermentación bacteriana responsable de la mayor parte de los síntomas de esta intolerancia también llamada malabsorción de la fructosa.
Causas
La intolerancia a la fructosa puede ser primaria o hereditaria y tener origen genético, lo cual implica que se puede transmitir de padres a hijos.
También puede ser una intolerancia a la fructosa secundaria a otras patologías que afecten la estructura y funcionalidad del intestino por ejemplo, una gastroenteritis, una enteritis por radiación, o una enfermedad inflamatoria como puede ser la enfermedad de Crohn.
En este último caso la intolerancia puede revertirse ante el control de la enfermedad intestinal que causó la malabsorción, pero en el primero que obedece a causas genéticas la condición no tiene cura.
Síntomas
Los síntomas aparecen cuando los azúcares llegan al intestino, es decir, cuando la fructosa es fermentada por las bacterias colónicas. Esto es 30 minutos en el caso de un zumo de frutas que rápidamente pasa del estómago al intestino o hasta 3 o 4 horas si se ingieren frutas u otros alimentos acompañados de ingredientes más difíciles de digerir que contienen fructosa.
Las bacterias de nuestra flora intestinal fermentarán la fructosa generando gases que pueden ocasionar flatulencia marcada, distensión o hinchazón abdominal y diarrea.
También puede experimentarse náuseas, vómitos, cefaleas, retraso en el crecimiento y desarrollo en niños ante la falta de energía (porque la fructosa no se puede utilizar como combustible en el cuerpo), irritabilidad y en casos más severos problemas hepáticos por acumulación de sustancias tóxicas en hígado.
El tratamiento de la intolerancia a la fructosa
La intolerancia a la fructosa es una enfermedad frecuente pero poco diagnosticada, incluso se cree que puede ser más frecuente que la intolerancia a la lactosa pero muchas veces no se llega a su diagnostico.
Para ello se debe realizar una prueba de hidrógeno espirado tras la ingesta de fructosa o bien, una prueba de tolerancia a la glucosa aunque esta es una opción más invasiva y costosa.
Una ves diagnosticada la enfermedad, el tratamiento más indicado y efectivo es prescindir de la fructosa en la dieta. Es decir, se indica evitar alimentos con alta proporción de fructosa y también se aconseja evitar el sorbitol y todo aquello que lo contenga, pues este endulzante compite por el transportador con la fructosa pudiendo por ello agravar los síntomas.
De esta forma se recomienda evitar las frutas con más fructosa como manzana, uvas pasas, dátiles, higos, cerezas, orejones, ciruelas y otras frutas desecadas, así como también, miel, bollería, chucherías que no sólo pueden tener jarabe de maíz de alta fructosa o fructosa como tal o bien, miel y sorbitol.
Taambién se aconseja evitar el membrillo, las mermeladas y jaleas, así como los zumos de frutas excepto que sea de lima o limón que como se muestra en la siguiente tabla, pertenece alas frutas con escaso aporte de fructosa:
El no consumo de las frutas ricas en fructosa debe suplirse por otros alimentos como hortalizas, verduras y frutas con bajo aporte de fructosa, o bien, si la malabsorción no es acentuada se recomienda ingerirlas ocasionalmente en pequeñas proporciones.
Debe tenerse especial cuidado con los productos denominados "sin azúcar añadido" que muchas veces acuden a la fructosa naturalmente presente en alimentos para dar sabor dulce a los mismos y por ello, no son aptos para quienes padecen intolerancia a la fructosa.
Más información en | Intolerancia a la fructosa y Asociación Española de Gastroenterología
Imagen | Pixabay
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La noticia Cuando comer fruta te sienta fatal: así funciona la intolerancia a la fructosa fue publicada originalmente en Vitónica por Gabriela Gottau .
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