El dolor es una señal de alerta que crea nuestro cerebro para modificar una conducta en función de los estímulos que recibe por parte de los nervios.
No es nada raro que durante o tras un esfuerzo muy intenso o muy continuado hayamos sufrido dolor alguna vez. Lo importante en este caso será saber cómo hacerle frente.
Dolor agudo: intenso e incapacitante
La sensación de dolor agudo durante el ejercicio (o en cualquier otro momento), es en realidad una señal de alerta de que algo no está yendo como debería.
El dolor agudo puede deberse a una gran cantidad de factores, pero a nivel osteoarticular encontramos el pinzamiento de un tendón (algo relativamente común en el hombro, tras la reducción progresiva del espacio subacromial), el choque de varios huesos, una degeneración de las estructuras óseas como el menisco o de las estructuras esponjosas, como los discos intervertebrales...
En este caso, lo recomendable es abandonar el ejercicio que está provocando ese dolor cuanto antes. No consiste en sencillamente dejar de ejercitarte, sino que deberías modificar la técnica del movimiento o deberías cambiar el ejercicio que estás llevando a cabo.
Si el dolor persiste tras esto, la idea es que abandones el entrenamiento del grupo muscular que está causándote problemas al menos durante ese día, y si el dolor persiste y te incapacita a entrenar otros grupos musculares, da tu entrenamiento por terminado.
Si durante los entrenamientos posteriores el dolor persiste, valora consultar tu caso con un profesional de la salud como un fisioterapeuta o un médico deportivo, porque lo mejor que puedes hacer será tratarlo de raíz.
Dolor con inflamación: continuo y molesto
La inflamación no suele producirse de manera instantánea ni ocurre tan rápido como el dolor agudo. A diferencia del primero, este es un proceso por el que el cuerpo envía lo que se conoce como factores pro-inflamatorios (citoquinas como la Interleucina-8, Interleucina-12, TNF-alfa...).
El motivo por el que el cuerpo produce una inflamación en cierta zona es por la necesidad de enviar más sangre de lo normal (y, con ella, más oxígeno y nutrientes de lo habitual).
Cuando ocurre una lesión, por ejemplo, el cuerpo no diferencia específicamente y milímetro a milímetro qué zona se ha lesionado, sino que provoca una inflamación sobre una gran superficie de la articulación.
Por lo general, si el problema viene por parte de una lesión, deberíamos prescindir de entrenar esta articulación al menos hasta que empiece el periodo de rehabilitación, y posteriormente lo haremos de manera progresiva y supervisada por un profesional.
Varias recomendaciones para combatir la inactividad e incluso para mejorar la recuperación tras la lesión son entrenar la articulación contraria, realizar técnicas de imaginería mental, y seguir trabajando otros grupos musculares que no involucren la articulación dañada y que no nos impidan recuperarnos correctamente.
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Imágenes | iStock y Pixabay
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La noticia Los dolores más frecuentes en los novatos del gimnasio: cómo hacerles frente de forma efectiva fue publicada originalmente en Vitónica por Guille Andreu .
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