El uso de cremas recuperadoras está increíblemente extendido. En general, existen tres remedios relacionados con las cremas y dedicados casi en exclusiva a la recuperación muscular: de frío, de calor y con colágeno.
¿Funciona alguna de ellas? Esta cuestión no tiene una respuesta simple, aunque sí fácil: en algunos casos funcionan, pero no por las razones que estas afirman. Hoy vamos a diseccionarlas.
Sobre el músculo, el dolor y el cansancio
Antes de entrar en materia es importante entender qué denominamos como recuperación muscular. Cuando alguien busca recuperar el músculo afronta, básicamente, dos aspectos fundamentales y muy relacionados: la fatiga y el dolor. Simplificando mucho, estas dos sensaciones se producen por la rotura de las fibras musculares, así como por la depleción de metabolitos.
Consideramos recuperar el músculo cuando eliminamos o reducimos el dolor, así como cuando lo devolvemos a su estado de potencia. En ese sentido, ¿qué papel juegan las cremas? Según describen los fabricantes de estos productos, estas pueden reducir el dolor estimulando el flujo sanguíneo mediante el frío o el calor.
Las cremas de colágeno, por el contrario, prometen ayudar a reparar las fibras musculares debido a su asimilación. Los productos más "técnicos" prometen ayudar a la reparación de las fibras de miosina, gracias a los péptidos obtenidos a partir del colágeno. Y todo parece tener mucho sentido. Pero, ¿qué evidencias tenemos?
Cremas musculares de frío y calor
Sabemos, a ciencia cierta, que el frío y el calor producen un efecto sobre el dolor. El frío reduce el tamaño de los vasos sanguíneos, disminuyendo el flujo de ciertas sustancias. En concreto, permite reducir las que producen la inflamación y ayudan a mitigar la sensación de dolor. Sin embargo, el frío ralentiza el metabolismo y reduce la tasa de recuperación del tejido muscular, aunque solo de manera puntual.
El calor, por el contrario, aumenta la vasodilatación y permite un mayor paso de sustancias, produciendo una relajación muscular y una reducción relacionada con un aumento de la elasticidad y un proceso metabólico más rápido. Por otro lado, el dolor es un proceso ligado con la atención del sujeto que lo padece.
Se ha demostrado, en numerosas ocasiones, que el cambio de foco de atención es una medida increíblemente eficaz para dejar de sentir dolor. El frío y el calor, además, ocupan las mismas vías nerviosas por las que se transmite el dolor, reduciendo su señal por saturación.
¿Entonces, las cremas funcionan? Sabemos que las cremas de frío y calor son capaces de reducir la sensación de dolor, pero no porque tengan el efecto sobre los vasos sanguíneos de los que hablábamos. De hecho, todas estas cremas lo único que hacen es generar "la sensación" de frescor y calor, como con el mentol por ejemplo, el cual produce la sensación pero no un cambio real de temperatura, y mucho menos en profundidad.
Sería mucho más efectivo usar hielo, una bolsa de agua caliente o un baño. ¿Por qué producen una reducción del dolor? Como decíamos, una gran parte se debe a la percepción. Al cambiar el foco de atención, se reduce la sensación de dolor. No existe ni una sola evidencia que demuestre que las cremas son capaces de generar un cambio fisiológico por frío o calor, así que la hipótesis de los vasos queda completamente descartada.
Cremas con colágeno
La premisa del colágeno es relativamente sencilla: el colágeno absorbido se descompone en péptidos que podrán ser usados por las células para crear más miosina, el componente básico de las fibras musculares. Como ocurre con las cremas cosméticas, el colágeno se administra vía tópica, con un masaje sobre los músculos.
Sin embargo, esto deja de tener sentido en el momento en el que entendemos que el colágeno no se absorbe por la piel. Para poder utilizarlo ha de asimilarse en la dieta. Sí que existe cierta evidencia de que una suplementación con colágeno podría ayudar a la recuperación muscular o, como mínimo, a reducir la fatiga.
Insistimos en que es una evidencia limitada y habría que investigar más al respecto, pero no está de más conocer este aspecto, el cual no puede asociarse, en ningún caso, a las cremas, por supuesto, y no encontraremos evidencias al respecto. Una vez descartada su capacidad de reducir la fatiga o aumentar el crecimiento muscular, ¿puede mitigar el dolor?
Por las mismas razones que lo hacen las otras cremas, por un cambio en el foco de atención, podrían ayudar a sentir menos molestias. Pero, desde luego, este tipo de cremas no tiene ningún aval a nivel científico. Utilizarlas podría ser tan sumamente efectivo como usar cualquier tipo de crema, o incluso menor, si lo comparamos con pomadas anestésicas o con las anteriores de frío y calor.
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La noticia ¿Funcionan las cremas para la recuperación muscular? Esto es lo que dice la ciencia al respecto fue publicada originalmente en Vitónica por Santiago Campillo .
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