Hemos hablado en varias ocasiones de la siesta. Esta pequeña costumbre, además de placentera, en algunos casos parece imperiosa, casi necesaria. Pero, además, también es beneficiosa, siempre que no se abuse de ella.
¿Qué beneficios tiene? Aprovechemos los últimos coletazos del verano para practicar una actividad que puede ayudarnos a mantener mayores niveles de actividad y bienestar sabiendo por qué es así.
¿Qué sabe la ciencia sobre la siesta?
La siesta es ese pequeño sueño que se toma durante las horas del día, fuera del rango de las horas más comunes, relacionadas con la noche. Normalmente asociamos las siestas a ese momento después de comer, pero no tiene por qué. Si bien el sueño tiene un patrón muy claro, asociado a nuestros ritmos biológicos, la siesta se escapa un poco de lo que sabemos (que no es mucho) sobre el sueño. Así, estas se dan en periodos muy cortos, que normalmente no podrían asociarse a los ciclos de sueño comunes.
Sin embargo, los estudios con adultos han mostrado la capacidad de mejorar nuestras habilidades cognitivas e, incluso, ayudar a recuperar faltas de sueño en caso de que ocurran. ¿De qué hablamos cuando decimos que mejora nuestras habilidades cognitivas? La siesta ayuda a acelerar el tiempo de reacción y la velocidad de procesamiento de las tareas a acometer, además de mejorar la percepción de energía y bienestar.
Por otro lado, existen evidencias de que la siesta ayuda a la ganancia muscular. Esto no es sorprendente si tenemos en cuenta que el sueño es un momento clave en la generación de masa muscular. Lo que sí resulta sorprendente es que sea efectivo, o ayude al menos, en tan poco tiempo. El sistema inmunitario también se ve influenciado positivamente por la siesta.
Esto está relacionado de manera inversa, probablemente, ya que se conoce el delicado efecto que tiene la falta de sueño y el cansancio en la aparición de problemas relacionados con nuestras defensas. Existen muchas razones para pensar que, efectivamente, la siesta es positiva para el ser humano por cuestiones varias y complejas. A pesar de que algunos mecanismos no están claros, los estudios cada vez dejan más evidencias de sus beneficios. Eso sí, hay que entender qué alcance tienen y por qué no van más allá.
Las siestas cortas, siempre
Mucho más importante que los beneficios atribuidos a la siesta son los perjuicios relacionados con su exceso. Sí, efectivamente, dormir más de una hora durante el día se asocia con problemas metabólicos o con diabetes. Esto está relacionado con el sedentarismo, que es siempre malo. La siesta no debería durar más de entre 15 y 20 minutos. Este depende de cada persona, por supuesto, pero nunca debería sobrepasar cierto tiempo.
Como decíamos, el problema no está relacionado con la siesta en sí, sino con la falta de actividad física. Esto complica, por supuesto, la búsqueda de evidencias, ya que hace mucho más difícil entender por qué algunas personas duermen siestas de varias horas sin que esto afecte, aparentemente, a su metabolismo. Probablemente, la razón esté en el resto de actividades que realizan a lo largo del día.
Como también hemos contado ya, hacer una pequeña siesta es bueno, desde luego. Pero pasear después de comer es mejor. Esto se debe, precisamente, a que nos ayuda a aumentar nuestra cantidad de actividad física, controlar el metabolismo y ayudar a mejorar los picos de glucosa. En definitiva, que es muy importante que disfrutemos de los beneficios de la siesta pero sin convertirlos en perjuicios por culpa de la falta de actividad física.
Power nap, una desconocida más que interesante
Tomar una taza de café, seguida de una siesta, podría tener una serie de consecuencias muy, muy positivas. Aunque el café es un estimulante, su acción comienza a hacer efecto a partir de la media hora. Según varios estudios, la cafeína administrada justo antes de una siesta nos ayuda a tener una mayor capacidad cognitiva, a estar más despiertos, y sentirnos más descansados.
Concretamente, 150 gr de cafeína y una siesta de 15 minutos parece la combinación con más efectos positivos. Esta forma de dormir la siesta se conoce como "power nap", o "stimulant nap", y en ningún caso llega al sueño profundo, dentro del ciclo del sueño. Aun así, a pesar de lo prometedor de estos estudios, la "power nap", como el resto, todavía tiene que ser mejor estudiada, como todo lo que tiene que ver con la siesta.
Pero, en general, sabemos que puede ser un "truco" para "maximizar" la recuperación de energía en caso de una siesta. Si estas ya son reparadoras de por sí, tras 20 minutos de sueño, con la cafeína alcanzando su pico de actividad fisiológica, notaremos, probablemente, un efecto aún mayor y más placentero.
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La noticia Los beneficios científicamente probados de echar la siesta después de comer fue publicada originalmente en Vitónica por Santiago Campillo .
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