La ciencia que se encarga de estudiar el deporte llegó hace tiempo a la conclusión de que existen ciertos principios que, a la hora de aplicarse a los entrenamientos, pueden optimizar los resultados que consiguen quienes los ponen en práctica.
Uno de ellos es el principio de especificidad, que puede ser muy sencillo de aplicar y que sin embargo puede hacer que generemos adaptaciones positivas al deporte mucho más rápido.
Qué es el principio de especificidad
El principio de especificidad es muy sencillo de entender, y significa que tenemos que entrenar de la manera más parecida posible a los movimientos que queremos mejorar en todos los sentidos posibles.
Por ejemplo, si tu objetivo es mejorar en natación, aunque salir a correr aumentará tu condición cardiovascular y te ayudará a ganar resistencia, lo más efectivo será que recurras directamente a ejercicios de natación.
Si hacemos esto estaremos siendo específicos, y de esta manera también estaremos consiguiendo los resultados específicos y concretos que buscamos.
En cualquier caso, el tipo de movimiento que se lleva a cabo no es lo único que importa, sino que hay otros factores a nivel biomecánico que también influyen como por ejemplo la velocidad de contracción, el patrón de movimiento y el tipo de contracción.
Los distintos tipos de especificidad
A su vez, no solo es importante la especificidad biomecánica. La especificidad metabólica y la especificidad contextual también son dos puntos muy importantes a tener en cuenta a la hora de diseñar un entrenamiento.
Continuando con el ejemplo anterior, si nuestro objetivo es competir en 100 metros deberemos centrarnos mucho más en trabajar la explosividad y la fuerza, y si nuestro objetivo es competir en 1500 lo mejor será tratar de mejorar la resistencia.
Esto se debe a que al mejorar la fuerza estaremos empleando un tipo de combustibles metabólicos (fosfágenos, glucógeno...) y al mejorar la resistencia estaremos centrándonos más en utilizar otros combustibles (ácidos grasos, principalmente). Esta es la especificidad metabólica.
Por último, y haciendo referencia a la especificidad contextual, tenemos que entender que un nadador entrena en espacios con alta humedad.
A la hora de llevar a cabo ejercicios de fuerza o resistencia fuera del agua, puede ser muy positivo hacerlo en ambientes en los que también haya un alto grado de humedad.
Todo esto preparará a los deportistas para que rindan lo mejor posible en sus competiciones ya que las condiciones de estas habrán sido muy similares a las de los entrenamientos, y por ello las adaptaciones generadas serán las idóneas para la competición que se debe afrontar.
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La noticia Cómo usar el principio de especificidad para mejorar tus entrenamientos fue publicada originalmente en Vitónica por Guille Andreu .
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