Cada año, sobre todo en momentos puntuales como después de Navidad o después del verano, es habitual que queramos intentar perder peso. Sin embargo, puede ser complicado. ¿Y si nuestro metabolismo nos echara una mano?
Por qué no, ¿verdad? Si consiguiéramos dominar ese truco para "activarlo" y acelerarlo, hacer que consumiese más energía y nos ayudase a adelgazar... sería genial. Pero lo cierto es que la única manera posible está relacionada con nuestros músculos.
Antes de comenzar, ¿qué es el metabolismo?
Para poder entender por qué no es posible usar ningún truco que "aumente, acelere o active" nuestro metabolismo, es esencial entender qué es y en qué consiste. La palabra metabolismo viene del griego y quiere decir "capacidad de cambio", lo que hace referencia a la cualidad que tienen los seres vivos de poder cambiar químicamente la naturaleza de ciertas sustancias.
Llamamos metabolismo al proceso corporal encargado de producir y quemar energía a partir de los alimentos, entre otras cosas (aunque es lo que nos interesa ahora mismo). El metabolismo es indispensable para vivir, y forma parte íntima de procesos como respirar, pensar, digerir, hacer circular la sangre, mantener caliente nuestro cuerpo...
Cada proceso metabólico es una intrincada sucesión de reacciones químicas, de intercambio de moléculas, y de gradiente de sustancias, que permiten que todo funcione. Teniendo esto en cuenta, parece plausible que exista un método de hacer que funcione más rápido, ¿verdad? Sin embargo, esto no es así, al menos no del modo "rápido".
La razón está en la homeostasis, el sistema de control que hace que todo esté en equilibrio y nos protege de morir por una cuestión metabólica. Como decíamos, la red de reacciones son cadenas complejísimas interdependientes. En otras palabras, están encadenadas entre sí de manera ineludible. Modificar un aspecto de estas reacciones supone cambiar otro de toda la ruta metabólica.
Nuestro cuerpo está preparado para compensar dichos cambios, adaptándose. Si activamos el metabolismo, y consumimos más energía, tendremos que liberar más azúcar en sangre, segregar más hormonas, movilizar las grasas, producir un aumento en la actividad excretora que elimine los excesos, aumentar el proceso secretor de las glándulas sudoríparas, controlar el sistema interno de temperatura, segregar adrenalina y otras moléculas de señalización para asegurarnos de que funciona... el proceso es complejísimo.
Pero es que, además, nuestro cuerpo no puede consumir más energía de la que necesita. Si así fuese, lo que ocurriría sería que se calentaría (ya que es el único medio de eliminar el exceso de energía, debido a una reacción ineficiente), lo que causaría un problema esencial de salud. Tanto por la resistencia de nuestro cuerpo a los cambios metabólicos bruscos, por su complejidad, como por la imposibilidad de consumir más energía de la necesaria, no existen demasiadas opciones a la hora de activar el metabolismo.
La única forma de acelerar el metabolismo de forma efectiva: hacer deporte
La única opción que nos queda, por tanto, es hacer deporte. Cuando nos movemos, nuestras células sí que consumen energía para producir movimiento. En ese momento, además, comienza a funcionar la maquinaria metabólica de forma automática y perfectamente engranada.
El músculo comienza a consumir glucosa, reduciendo la concentración inmediata en sangre. Cuando no es suficiente, el glucógeno (los glúcidos almacenados) y la grasa ya están en proceso de catabolismo para suministrar la energía adecuada. Este cambio en las sustancias provoca nuevas señales que hacen que el sistema se mantenga... y así se "activa" el metabolismo, básicamente.
Cuando llevamos un rato haciendo ejercicio y, de pronto, dejamos de hacerlo, nuestro sistema todavía permanece un tiempo consumiendo glúcidos y grasas para producir energía, mientras todo se regula y desaparecen las señales que "activan" nuestro metabolismo. Esto es lo que muchas personas confunden con la capacidad de activarlo, pero no es así ya que solo es la consecuencia del cuerpo funcionando a pleno rendimiento y el proceso de adaptación, que nunca es inmediato.
El mayor activador (por no decir el único) es nuestra masa muscular. Cuanto más músculo tenemos, más rápidamente se activa nuestro metabolismo para suplir la demanda energética que tiene. Cuando más músculo tenemos, más energía necesitamos. No, no se puede emular esta "activación" mediante sustancias externas, por suerte, porque eso supondría, por ejemplo, calentar nuestro cuerpo hasta niveles peligrosos.
Qué significa tener un metabolismo acelerado
Por desgracia, existen miles de leyendas urbanas al respecto de la activación del metabolismo. Las más "sangrantes" son aquellas relacionadas con el negocio de sustancias que prometen ayudarnos a acelerar el metabolismo, quemando grasas y perdiendo peso. Pero, como ya hemos dicho, no cumplen lo que prometen.
Si bien es cierto que algunas sustancias, en términos estrictos, pueden activar el metabolismo, es decir, acelerar el consumo de grasas y glúcidos, las consecuencias directas son más bien pocas gracias a la homeostasis. Entre ellas, por ejemplo, está la cafeína, la cual actúa sobre varios receptores que regulan la producción de energía.
Sin embargo, como cualquier otra molécula similar, solo actúa sobre el metabolismo de una manera discreta y ligera, durante muy poco tiempo y sin grandes cambios. Si no fuese así, tendríamos un problema severo. No tiene mucho sentido consumir una sustancia, o realizar una acción sencilla, que "active el metabolismo" sin que esto tenga unas consecuencias negativas para el organismo.
Si así fuera, podríamos alcanzar una temperatura corporal demasiado alta, consumir excesiva cantidad de azúcar en sangre o no almacenar adecuadamente los lípidos. Si nos paramos a pensar un poco, eso mismo es lo que ocurre con algunas enfermedades tales como la hipertermia maligna, la diabetes o las dislipemias.
En definitiva, tener un metabolismo acelerado significa tener un cuerpo entrenado, con una gran masa muscular y una capacidad de reacción casi inmediata. Los atletas y deportistas tienen un metabolismo activado con respecto a las personas sedentarias, ya que tienen un gasto calórico basal mayor, además de un metabolismo que reacciona antes ante las necesidades del cuerpo. Salirse de esta definición es poco más que fantasía.
Este artículo fue originalmente publicado por Santiago Campillo en septiembre de 2019 y ha sido revisado para su republicación.
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