lunes, 5 de marzo de 2018

Los españoles tomamos el doble de sal de lo recomendado por la OMS, y sus efectos no pueden compensarse con una dieta saludable

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Nos encontramos en un momento en el que nuestra principal preocupación en lo referente a nuestra dieta es el consumo de azúcar añadido y la cantidad de calorías de la misma. Sobre el azúcar hemos hablado ya largo y tendido, explicando cuáles son los tipos de azúcares de los que deberíamos prescindir y cuáles, como los de las frutas, pueden tener cabida en nuestra alimentación. Sobre las calorías, hace solo unos días nos hacíamos eco de un reciente estudio cuyas conclusiones nos animaban más a fijarnos en la calidad de nuestra dieta que en las calorías de la misma.

Pero, ¿qué ocurre con otros componentes de nuestra dieta a los que prestamos menos atención, como por ejemplo la sal? Lo cierto es que la dieta de los españoles es una dieta muy rica en sodio: frente a los 5 gramos de sal diaria recomendada como máximo por la Organización Mundial de la Salud, cada español consume casi el doble (9,7 gramos de sal a diario, según los datos del Libro Blanco de la Nutrición de 2013).

Lo alarmante de este alto consumo de sal es que, según el último estudio publicado en la revista Hypertension de la American Heart Association, sus numerosos efectos adversos no pueden compensarse mediante una dieta saludable: es decir, que el impacto del sodio en nuestra alimentación no puede mejorarse con otros aspectos de la misma. ¿Qué podemos hacer para reducir nuestro consumo de sal?

El consumo de sal de los españoles proviene de dos fuentes principales: por un lado tenemos el consumo de sal de mesa, el más sencillo de reducir a la hora de cortar con el consumo de sal en nuestra alimentación.

La mayor cantidad de sal presente en nuestra dieta proviene de los productos procesados: limitar su consumo es la mejor estrategia para reducir la sal en nuestra alimentación

Por otro lado, y con un porcentaje bastante mayor (aproximadamente del 75%), encontramos el sodio que se encuentra en los productos procesados, que es la fuente principal de sal en nuestra dieta. Para sorpresa de muchos, en el caso de los adultos el alimento que realiza el mayor aporte de sodio a diario es el pan blanco, y en el caso de los niños las patatas fritas de bolsa (hay que tener en cuenta tanto la concentración de sodio en dichos productos como la cantidad diaria ingerida de cada uno de ellos).

Si bien hasta ahora los expertos pensaban que un alto consumo de frutas y verduras podría contrarrestar los efectos de una dieta rica en sal (una mayor presión arterial, que es el factor de mayor riesgo para nuestra salud cardiovascular), los últimos estudios al respecto nos dicen que no es posible mermar los efectos del alto consumo de sodio aun llevando una dieta saludable en los demás aspectos.

A la hora de reducir el consumo diario de sal lo más útil sería consumir la menor cantidad posible de productos procesados, especialmente si son ricos en sal, algo que podemos saber leyendo la etiqueta nutricional de cada producto. La cocina casera (utilizando la sal lo menos posible) y llevar una dieta basada en comida real reduciendo al mínimo los alimentos procesados son las estrategias que mejor resultado nos darán a la hora de reducir el consumo de sal.

Imagen | iStock
En Vitónica | La industria del azúcar ocultó información sobre sus efectos perjudiciales hace 50 años

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